En este Relato Viajero continuaré recomendando bodegones pintorescos para ir a comer en Buenos Aires. Son esos lugares que considero no debes perderte de conocer si vives o vienes a visitarnos a mi ciudad. Hoy voy a contarte sobre la «experiencia gourmet» que con Alfredo vivimos en un bodegón soviético ubicado, sorprendentemente, en el histórico barrio porteño de San Telmo. Este restaurante, increíblemente, nos trasladó hasta la bella Rusia que tuvimos la suerte de conocer hace tan solo algunos meses atrás. Para nosotros fue algo sorprendente disfrutar de este bodegón y de su rica comida conscientes de que no habíamos tomado ningún avión y que no habíamos viajado más de 30 horas para volver a ese fantástico país, nuestros pies estaban pisando suelo porteño, bien porteño. ¡Fue algo muy loco! Este bodegón soviético está ubicado en la calle Carlos Calvo número 787, entre las calles Piedras y Chacabuco (Barrio de San Telmo, Ciudad de Buenos Aires). Su nombre es: CCCP.
Vos te preguntarás ¿qué significan estas Siglas? Pues te cuento «CCCP» son las siglas de “Unión de República Socialistas Soviéticas (URRS)” en idioma ruso se escribe: “Союз Советских Социалистических Республик” por eso en el alfabeto cirílico es: CCCP.Con esta introducción supongo que te darás una idea de este lugar, a través de este Relato Viajero quiero hacerte sentir que este es un lugar bien típico de RUSIA. Dicen que también se viaja con los sentidos y nosotros viajamos hasta allá con solo comer su rica comida.
Ni bien entrás todo sorprende, la decoración es bien particular y el vodka se huele en el ¡¡¡aire!!!. Cuando estuvimos en Rusia yo probé el vodka y me pareció una bebida demasiado fuerte! En cambio a Alfredo le encantó pero este día decidió no tomar ningún sorbo de esta bebida porque habíamos ido con el auto y como buen conductor «responsable» sabe que tenía que conducir nuestro auto en buenas condiciones.Al ingresar a este restaurante pequeño y sencillo, tu cabeza no parará de mirar todo lo que hay colgado en las paredes. Y jugarás, te lo aseguro, a intentar reconocer a cada uno de los que allí están. Tarea difícil fue reconocer a Brézhnev, Stalin, Lenin y otros más. Uno que si identificamos con facilidad fue al gran astronauta ruso: Yuri Gagarin que es uno de los ídolos de Alfredo porque, si no se acuerdan, a mi compañero de vida le fascina todo lo que pasa en el ¡¡Espacio!!!
Además a tu ingreso te recibe una gran Matrioshka que al verla me dieron ganas de tomarme una foto con ella. Muchas veces se confunde esta palabra Matruska y se utiliza el término Mamushka. Pero eso es un error. En nuestro viaje a Rusia aprendimos que estas lindas muñecas de madera deben ser llamadas: Matruskas o Matrioshkas. Y, además, aprendimos una leyenda sobre las Matrioshkas rusas que podrás leer en otro de mis Relato Viajero del Blog.
El día que fuimos al restaurante por primera vez lo hicimos muy temprano era un jueves por la noche. Alfredo y yo somos como los estadounidenses nos gusta comer entre las 19.30 hs y 20.00 hs., no más tarde. Por esa razón el bodegón soviético no había abierto por completo sus persianas y nosotros ya estábamos ahí. El entrar pudimos elegir mesa en el restaurante y nos ubicamos al lado de la ventana.
Nos recibe un hombre muy simpático con una gran sonrisa, vestido informalmente y entre sus manos ya traía la carta del menú. Le consultamos por su cerveza artesanal, de la que teníamos buena referencia y elegimos probarla. Les garantizo que no tiene desperdicio. Fue una excelente opción. Cerveza liviana que se deja tomar amigablemente. Si mirás con atención las fotos de una de las hojas del menú, que aquí comparto, hay miles de bebidas para elegir. Entre ellas, por ejemplo, me llamó la atención un trago que se llama «Plaza Roja« que contiene jugo de tomate, jugo de limón, campari y el infaltable vodka. Y mientras tanto pensaba que, por suerte, nosotros pudimos conocer este icono de Rusia y del Mundo, nuestros pies estuvieron caminando por ahí.
Hay muchos platos interesantes para degustar. Nosotros elegimos empezar con una mini-entrada, debíamos esperar la llegada de los platos principales y teníamos apetito. Este plato no nos defraudó. El bodegón ruso salió airoso de la primera prueba. Y ya nos preparábamos para lo que vendría.
Habíamos pedido como platos principales estos platos: Vareniki (pasta en forma de empanada rellena con papa y hongos y sobre ellas cebollitas doradas) y Kotletas de pollo (2 medallones de pollo rellenos con champignones con salsa blanca y acompañados con trigo sarraceno). Ambos platos una delicia, aunque para ser sinceros, estos Vareniki no nos hicieron recordar a los «pierogi» que comimos en Polonia, aquellos fueron inolvidables.
Algo imperdible en esta mesa fue el «pan», te lo sirven acompañado con un rico chucrut que se agradece. Ese pan es ¡¡¡memorable!!! eso sí, si pedís que te traigan más te lo cobran pero vale la pena!
Cuando me refiero a este restaurante como «bodegón soviético» no lo hago de manera o forma despectiva, todo lo contrario. Utilizo esta forma porque es un término que me gusta, que me resulta familiar y que identifico con los lugares en donde la comida es la esencia. Lo importante en los bodegones no son los cubiertos de plata, ni las copas de cristal ni las servilletas de tela. En estos lugares lo que se come es lo valioso.
El bodegón soviético ya estaba repleto de comensales y entre ellos circulaban muchos platos de comida que me prometí probar alguna que otra vez cuando regrese. Pero esta vez me animé a tomarle fotos a algunos de esos platos que no estaban destinados a nuestra mesa. Lo hice pensando en vos que estás leyendo esto y que tal vez te podía interesar.
En esta cena, esta vez, no hubo postre porque estábamos satisfechos con todo lo que habíamos comido y bebido. Un detalle importante a tener en cuenta, las porciones que te sirven son muy abundantes.
Antes de irme quise sacarme una foto, como decimos los argentinos: «la del estribo» con el responsable y dueño del lugar. Este señor hizo que, con su alegría y esmerada atención, nuestra estancia en este gran bodegón soviético fuera memorable.
Insisto, se viaja también con los sentidos y como sabemos uno de ellos es el del gusto, por eso con Alfredo sentimos que, por un rato apenas, volvimos a ese país que nos conquistó: Rusia.
Dejo constancia con este post que nuestro paladar estuvo de fiesta en este bodegón soviético de mi ciudad de Buenos Aires y quiere ¡¡¡más!!! Volveremos por los canapés de salmón y a probar el famoso cerdo, de eso estamos seguros!
Ubicación del «Bodegón Soviético» llamado : CCCP
Carlos Calvo 787 – San Telmo – Buenos Aires – Argentina
Teléfono: 4307-1037
Atiende los días:
Martes a Sábado de 18.00 hs. hasta la medianoche.
Domingo de 12.00 hs. a 18.00 hs.
Teresa
Amiga, como haces para descubrir tantos lugares espectaculares?!! No tenia ninguna idea de lo que acabas de contar. Maravillosos relato, como ya nos tienes acostumbrados!!
Lilián Viajera
Teresa… gracias por pasar por mi Blog.
Y sí, mi ciudad de Buenos Aires tiene lugares increíbles.
Espero que pronto puedas visitarnos.
Beso grande,
Cristina Piermattei
Muy lindo relato y perlitas a descubrir en nuestra Buenos Aires.
Paco Martínez
Cómo me maravilla el lenguaje y sus modismos.
Yo, por bodegón, sólo entendía una pintura en la que se muestran alimentos o piezas de cocina, vajilla y cosas así, y tú, lo usas para referirte a un restaurante.
Y tu foto, «la del estribo», entiendo que era la última de la velada. Esa expresión, yo sólo la había oído en una canción de Chavela Vargas que dice: —»Me están sirviendo ya, la del esribo», refiriéndose a una copa…
Un placer, siempre, aprender… En la diferencia está el gusto.
kingsea
Thanks a lot for the article post.Much thanks again. Fantastic.
Julia C.
Lilian, «paseando» por tu blog. Hoy vos y Caro me han «instruido » en restaurantes típicos de otros países. El de Caro uno croata , el tuyo ruso… Muy bueno ! Hay que ir a probarlos! Gracias. Muy bueno tú post! Julia
Lilián Viajera
Si amiga, este restaurante vale la pena!!!
Nosotros fuimos antes y después de Rusia … y nos hizo vivir un momento en ese increíble país.
Saludos Viajeros.
Lilián