Al Monte Fuji lo ví por primera vez mientras desayunaba en el Hotel de Tokio, la vista desde allí era espectacular! Me impresionó poder verlo tan imponente!! Quedé deslumbrada. Siempre había querido conocerlo, su cumbre siempre está nevada, es sagrado y adorado como a un Dios por muchos japoneses, tanto por Shintoistas como por Budistas. Hay muchas historias y leyendas del Monte Fuji (Fuji San). La leyenda más conocida es sobre una princesa llamada Kaguyahime y se titula: “El cortador de bambú“.
Nuestra guía en Tokio nos contó la historia mientras íbamos hacia el Monte, deslumbrándonos con el relato y además algo que me encantó.. mientras vas por la ruta a conocer el Monte las ruedas contra el asfalto generan una música maravillosa. El relato sobre la leyenda del Monte Fuji dice más o menos así:
Había una vez… hace muchos pero muchos años un cortador de bambú fue al bosque para que su mujer haga con los tallos que él cortaba artículos para luego venderlos en el mercado, pero una vez al cortar uno de ellos vio algo especial, era una pequeña niña, muy chiquita, hermosa y perfecta!
La llevó a su casa y el matrimonio, que no podían tener hijos, decidieron criarla como tal. La llamaron Kaguyahime. Luego de muchos años la niña se convirtió en una mujer muy bella y con muchos pretendientes. El Emperador que conocía por relatos la hermosura de Kaguyahime quiso verla y cuando la vio, quedó perdidamente enamorado de ella. Pretendió llevarla a su corte pero Kaguyahime se negó. Luego de esto la comunicación entre ellos fue solamente a través de poéticas cartas!! Al consultarle los padres porqué no quería ver al Emperador la joven les contó su verdad, ella era hija del Reino de la Luna y sus verdaderos padres la habían dejado en la tierra para protegerla, pero pronto tendría que regresar a su hogar. A pesar de que el matrimonio pidió ayuda al Emperador para custodiar a Kaguyahime, ella partió.
Fue una noche en que la luna apareció y una gran nube elevó a la Princesa llevándola muy alto, directo a su Luna. Pero antes de irse Kaguyahime dejó dos cartas, una a sus padres adoptivos y otra para el Emperador a quien también le regaló un frasco muy chiquito que contenía el elixir de la vida eterna…
El Emperador recibió con dolor los regalos, pero él no quería la vida eterna sino estaba junto a Kaguyahime, por eso fue al lugar más alto, a una montaña. Esperó que apareciera la luna y entonces armó una fogata para quemar la carta y allí también vertió el elixir de la vida eterna que no quería, ni deseaba. El humo generado por todo esto subió hasta el cielo. Dicen que a partir de allí durante las noches de luna llena si mirás con atención al Monte Fuji verás el humo de la inmortalidad que sube hasta el cielo saludando a la Princesa de la Luna.
A esta leyenda que te cuento aquí formó parte de una colaboración que realicé en el blog de Meraviglia, aquí te dejo el enlace: http://meraviglia.es/leyendas-del-mundo-asia-y-america/